Internacional - Irán se está quedando sin agua

11/10/2016 07:42:00 a. m. luimegar 0 Comments



Si bien Irán está en las noticias por su programa nuclear, la mayor amenaza para el bienestar del país no son las sanciones económicas o el cisma entre sunitas y chiítas. Antes bien, la mayor amenaza para Irán podría ser que el país se está quedando sin agua. El problema es tan grave que el malestar social, la dislocación económica, incluso la emigración, todas pueden ser imaginadas. Un asesor del gobierno predijo recientemente que unos cincuenta millones de iraníes – setenta por ciento de la población de Irán – pueden verse obligados a irse debido a la falta de agua.

Los problemas del agua son un indicador de mal gobierno, e Irán tiene problemas de agua en abundancia. Los recursos subterráneos han sido sobreexplotados más allá de lo que las lluvias pueden recargar de forma natural, y, con el actual rumbo, muchos acuíferos pronto serán inutilizables. La agricultura iraní es una de las más derrochadoras del mundo. La mayoría de los países utilizan aproximadamente el setenta por ciento de su agua para la agricultura; Irán utiliza más del noventa por ciento. Aun así, Irán ya no es autosuficiente en alimentos, una tendencia que se prevé que empeorará.

El clima de la República Islámica es mayormente árida y semiárida, lo cual, por definición, significa que sólo tiene precipitaciones modestas. Más de la mitad de los pozos del país se cree que han sido excavados ilegalmente y muchos de ellos, posiblemente la mayoría, están ahora contaminados. Más de dos tercios de todas las instalaciones industriales no pueden tratar sus aguas residuales, y los fabricantes, incluso de productos químicos, generalmente vuelcan sus residuos en las vías fluviales de Irán. Irán descarga más del sesenta por ciento de sus aguas residuales sin tratamiento, contaminando aguas subterráneas, ríos y lagos. El cambio climático sólo es probable que exacerbe el pobre panorama general del agua.

Por el contrario, Israel – el enemigo auto declarado por Irán – tiene, tal vez, el más sofisticado y exitoso sistema integrado de gestión de agua del mundo. Israel mismo es sesenta por ciento desiertos, está entre las poblaciones y las economías de más rápido crecimiento del mundo, y tiene mucho menos precipitaciones que la modesta cantidad en la época de su fundación en 1948. Aun así, Israel ahora tiene tal abundancia de agua que exporta miles de millones de dólares anuales de frutas y verduras, y también proporciona agua a los palestinos y al Reino de Jordania todos los días.

Un visitante, en Irán, viendo cada uno de los problemas de agua del país y sabiendo que Israel, en gran medida, los ha superado a todos ellos, podría concluir que la República Islámica sería sabia si superara su antagonismo hacia Israel e invitara a los israelíes a Irán para ayudarla a administrar su sector del agua. Tan extravagante – y casi imposible – como suena, es exactamente lo que hizo el gobernante de Irán, el Shah, comenzando lentamente en 1960 y aceleradamente después de 1962.

Hidrólogos israelíes, ingenieros hidráulicos, planificadores y otros llegaron a ser tan numerosos y tan involucrados en la exploración y la infraestructura del agua de Irán que la mayoría de los proyectos de agua en Irán, desde 1962 hasta la Revolución Islámica de 1979, fueron gestionados por israelíes. Geopolíticamente, para Israel la alianza con Irán sirvió para contrarrestar la hostilidad de los estados árabes, a la vez que para disminuir el aislamiento regional de Israel – al menos durante el tiempo que duró la relación de cooperación.

Aunque no tan dramáticamente como en la exitosa película Argo, el jefe del equipo del agua de Israel, el profesor Arie Issar, abandonó Irán en el penúltimo vuelo directo de Teherán a Tel Aviv en 1979, poco antes de que fuera depuesto el Shah. Describió escenas de descenso al caos en las calles de la capital cuando su automóvil se dirigía al aeropuerto. Ese sería el último de sus muchos viajes que comenzaron en 1962 como parte de un proyecto humanitario tratando, urgentemente de reparar un antiguo sistema de conducción de agua iraní.
La antigua Persia tenía un sistema de agua sofisticado, basado en la gravedad, utilizando para riego pozos verticales llamados qanats que fueron excavados con un ligero declive desde una fuente de agua subterránea a los campos donde el agua se necesitaba. En 1962, la provincia de Qazvin, casi ciento sesenta kilómetros al noroeste de Teherán, sufrió un gran terremoto. Más de veinte mil iraníes murieron, trescientos pueblos estaban en ruinas, y fue destruida la red de túneles de agua cavada más de dos mil setecientos años antes. Qazvin era el centro de un vasto valle agrícola que proporcionaba frutas y verduras a Teherán y más allá. Después del terremoto, los agricultores quedaron sin la esencial agua.

Mientras tanto, el Shah ya había estado, calladamente, cultivando una relación con Israel. Irán se creía vulnerable ante una trastada de alguno de los estados árabes y veía a Israel como una valiosa fuerza contraria. El Shah estaba también impresionado por los avances científicos de Israel en agricultura, el agua, e irónicamente, en energía nuclear. En 1960, le pidió a la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de la ONU que proporcione expertos en agua para ayudar a asesorar a Irán, y, con su consentimiento, se enviaron tres técnicos israelíes. Cuando se produjo el terremoto en Qazvin, el Shah ya conocía la sofisticación de Israel en la planificación y exploración hidrológica.

En base a la emergencia, Israel fue invitado a enviar ingenieros hidráulicos a Qazvin para ver si los qanats podrían ser rehabilitados. Una inspección en el lugar reveló que fueron dañados de tal modo que su reparación no era rentable. En cualquier caso, lo que podría haber sido ideal para el riego en la época de la antigua Persia ya no era óptima en una era de agricultura moderna. Los israelíes instaron exitosamente a los funcionarios del gobierno y a los campesinos a abandonar los qanats colapsados ​​y que les permitieran perforar pozos profundos del tipo que el propio Israel estaba perforando en su país. La relación sobre el agua entre Irán e Israel floreció rápidamente.

Poco después del comienzo de la perforación de pozos en Qazvin, ingenieros hidráulicos israelíes recibieron una respuesta positiva, de parte de sus anfitriones del gobierno iraní, a una propuesta para que también se les permitiera enseñarles a los agricultores locales cómo aumentar sus rendimientos utilizando menos agua en el proceso.

Sus interacciones con los agricultores iraníes se ampliaron para incluir asesoramiento sobre qué cultivos plantar y cómo comercializarlos. La mayoría de la población local en el área metropolitana de Qazvin entró en contacto con los ingenieros israelíes, ninguno de los cuales enmascaraba su nacionalidad o religión.

Shmuel Aberbach era uno de los expertos israelíes de la FAO de la ONU, que se encontraba en Irán por invitación del Shah cuando ocurrió el terremoto. Geólogo y experto en aguas subterráneas, fue a Qazvin poco después del terremoto y ayudó a armar el plan para perforar, dónde y cómo, nuevos pozos en la región. Durante los diecisiete años siguientes, hizo decenas de viajes a casi todas partes del país y llegó a conocer (y, a menudo entrenar) a hidrólogos iraníes. En todo ese tiempo, dice, no experimentó ni un solo incidente anti-israelí o anti-judío a excepción de un comentario casual de un comunista iraní que odiaba a todos los rivales de la Unión Soviética de la guerra fría.

Aberbach tampoco oyó nunca sobre ningún insulto anti-Israel informado por cualquiera de las decenas de israelíes que conocía en el país a excepción de algunos cantos en un partido de fútbol entre Irán e Israel en Teherán. Décadas después de su última visita a Irán en 1978, todavía tiene estrecha amistad con los iraníes que conoció por su trabajo, muchos de los cuales viven en el exilio.

Otro israelí que pasó un tiempo en Irán, el Dr. Moshe Gablinger, un ingeniero israelí educado en la Universidad de Cornell, hizo reflexiones similares sobre sus relaciones con sus anfitriones iraníes. Aunque no desarrolló ninguna relación para toda la vida, también tuvo sólo amables y cordiales interacciones. “Nunca socializamos con ellos en sus casas, pero había relaciones cálidas”, dice. “Encontrarse con un hidrólogo iraní en un restaurante para cenar no era una experiencia inusual”.

El Profesor Issar, el israelí a cargo de todas las operaciones de exploración y perforación de aguas en Irán, recuerda haber sido llevado a lugares remotos del país y ser presentado a los residentes locales por hidrólogos iraníes que viajaban con él. “Decían que habíamos venido de Israel para compartir nuestros conocimientos con ellos”, dice. “Siempre me dieron la bienvenida y me invitaban a una comida especial que se apresuraban a preparar. El único problema que tuve fue que tenía que sentarme sobre la alfombra en el suelo y comer el cordero asado y el arroz sin cuchillo ni tenedor”.

El nivel de los profesionales del agua iraníes generalmente no era alto. “A pesar de todo su petróleo, Irán era un país pobre entonces y su sistema educativo no preparaba adecuadamente a sus profesionales del agua”, dice el Dr. Gablinger. “Las personas que me asignaban eran personalmente agradables, pero bastante atrasadas y poco sofisticadas tecnológicamente”. El Profesor Issar instituyó programas de formación de hidrólogos y técnicos y ofreció clases de geología, hidrología y química. Shmuel Aberbach enseñó matemáticas avanzadas a hidrólogos y geólogos iraníes para producir modelos predictivos sobre la cantidad de agua que quedaba en los acuíferos.
La acogedora actitud de Irán para sus huéspedes israelíes incluyó algunos toques inimaginables hoy en día. Los comerciantes de Qazvin aprendieron hebreo para conversar mejor con sus nuevos clientes. El Dr. Gablinger recuerda que la mayoría de sus interacciones con los comerciantes eran en hebreo. Por otra parte, durante la segunda mitad de los años 1960, tantos israelíes habían llegado a Qazvin con sus familias, que un edificio local se convirtió en una escuela en la que el hebreo era la lengua de enseñanza para los sesenta niños israelíes que estudiaban allí con maestros israelíes. Aún más notable, el Shah fue a visitar a Arie Issar y su equipo en Qazvin poco después de que Israel derrotara en forma aplastante a tres ejércitos árabes en la Guerra de los Seis Días de 1967 – señalando su aprobación por la labor de los israelíes en Irán.
El Shah también alentó a las delegaciones de israelíes a que aborden otras especialidades, y envió a funcionarios y científicos iraníes a Israel. Algunos profesionales del agua iraníes se quedaron en Israel durante largos períodos para aprender las avanzadas técnicas israelíes. Los lazos comerciales y políticos entre los países se convirtieron en profundos y amplios.

“La única parte de la sociedad iraní que no pudimos penetrar fue el establishment religioso”, dice Uri Lubrani, embajador de Israel en Irán desde 1973 hasta poco antes de que el Shah fuera depuesto. “Fuimos bienvenidos en todas partes. Todo el mundo en Irán es o muy religioso o proviene de un hogar que lo fue. Incluso los comunistas iraníes entonces conocían el ritual islámico. Nadie hacía diferencias religiosas para mantener a los israelíes a distancia a excepción de los clérigos. Nos esforzamos, pero no querían saber nada de nosotros. Arafat [el jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)] había cultivado hábilmente a [Ayatola] Khomeini en el exilio, y Khomeini había dejado en claro a la administración religiosa que no tuviera ningún contacto con nosotros”.

No obstante las opiniones de sector clerical de Irán, el éxito inicial de la participación israelí en Qazvin se extendió a muchas otras provincias y regiones. A una empresa estatal de ingeniería del agua de Israel, TAHAL (un acrónimo de las palabras hebreas “Planificación del Agua para Israel”), se le pidió supervisar la construcción de sistemas de agua y cloacas en grandes ciudades iraníes como Isfahan y Bandar Abbas y crear sistemas de agua para hogares y para riego en regiones enteras, como Hamdan y KermanShah. Cuando Mashhad, la segunda ciudad más grande de Irán, necesitaba un sistema desarrollado para distribuir gas de cocina para los hogares de toda la ciudad, el gobierno iraní se dirigió también a TAHAL para hacerlo.

Otras empresas estatales israelí relacionadas con cuestiones de agua también fueron invitadas a Irán. A Mekorot, la empresa nacional de agua de Israel, se le pidió que perforara por agua en todo Irán como lo había hecho en Israel, y que ejecutara un gran proyecto en la parte iraní del Mar Caspio, entre otras tareas. Solel Boneh, también una entidad de propiedad del gobierno israelí, que manejaba grandes proyectos de construcción en Israel, fue contratada para construir represas en todo Irán e infraestructura en ciudades de Irán.
Alrededor de 1968, IDE, una empresa del gobierno israelí creada para generar ideas de desalinización, desarrolló un avanzado proceso de ahorro de energía, y estaba ansiosa por probar el concepto en entornos del mundo real. Para esa misma época, la Fuerza Aérea iraní quería tener agua limpia y segura para sus bases. El Profesor Arie Issar recuerda que el agregado militar israelí en Teherán, el Coronel Yaakov Nimrodi, vio esto como una oportunidad para profundizar la conexión militar iraní-israelí, utilizando la experiencia de agua de Israel. Nimrodi organizó que IDE fuera invitada a Irán. Durante la década siguiente, IDE instaló treinta y seis pequeñas unidades de desalinización en las instalaciones de la Fuerza Aérea de Irán y otras diecinueve en todo el país.

En 2007, casi cuarenta años después de que IDE comenzó a instalar los sistemas de desalinización en Irán y mucho después de que la República Islámica había cortado todos los lazos con Israel, Fredi Lokiec, un alto ejecutivo de IDE, estaba en una feria comercial en Europa cuando fue abordado silenciosamente por un ingeniero iraní. El iraní le dijo que varias de esas viejas unidades de desalinización de Israel todavía estaban en uso y que los técnicos iraníes habían intentado realizar ingeniería inversa en una de ellas para que pudieran empezar a construir copias de la unidad israelí desde cero dentro de Irán. Dijo que lograron que las plantas copiadas funcionen, pero nunca tan bien como las construidas por Israel.

Después de la revolución de 1979 en Irán, Khomeini y sus partidarios llevaron a cabo juicios masivos de funcionarios del gobierno iraní y otras personas que se creía que habían sido partidarias del Shah. La gente de la fe Bahá’í también estaban en riesgo y era ampliamente perseguida. Tanto Arie Issar como Shmuel Aberbach tenían amigos y colegas iraníes en la industria del agua de Irán, algunos de los cuales eran Bahá’í, pero en su mayoría eran musulmanes, que huyeron del país en los primeros días de la revolución y que aún viven en el exilio. Trágicamente, ambos israelíes conocían a funcionarios iraníes del agua que fueron ejecutados por delitos que aún son desconocidos. Con expertos en agua israelíes expulsados ​​del país y muchos profesionales del agua iraníes exiliados o ejecutados, la industria del agua de Irán recibió un golpe duradero que sembró la semilla de la calamidad del agua de Irán que sobrevino.

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Fuente: Estado de Israel







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